Nunca imaginé que ESSERE nacería desde lo peor de mí. Desde ese rincón oscuro donde una madre se rompe, se culpa, se cuestiona… y siente que ha fallado en lo que más ama.

Siempre supe que quería ser madre. Soñé con un parto respetado, lactancia prolongada, una educación alternativa… el “paquete completo”. Creí que si lo hacía “bien”, si seguía las reglas no escritas de la buena crianza, mis hijos serían felices, libres, plenos. Así, entre ideales y expectativas, comenzó este viaje.

Mi historia no empieza con ESSERE. Comienza mucho antes, en una casa Montessori. Mi madre fue pionera en México, fundadora de una de las primeras escuelas con este enfoque. Me formé en Italia, trabajé junto a ella desde el 2012. Aunque ya entonces veía las grietas del sistema, lo seguía eligiendo… porque era lo mejor que conocía.

Hasta que dejó de ser suficiente.

Durante la pandemia, como tantas familias, el caos se instaló en nuestra casa: mi hija frente a una tablet, mi hijo con mi celular, y yo dando clases desde la computadora. Fue en medio de ese caos donde viví uno de los momentos más dolorosos de mi maternidad.

Escuchaba, desde lejos, que le pedían a mi hija: “Levanta la mano”, una y otra vez. Pasaron casi veinte minutos. Furiosa, interrumpí mi clase, crucé el pasillo con rabia contenida y entré gritando a su cuarto:
“¡¿Por qué no haces lo que te piden?!”

Entonces la vi.

Con la manita levantada. Llorando. En silencio. Esperando.

Y me dijo:
“Mami… ya la tengo arriba… pero no sabía cuál era el emoji.”

El mundo se detuvo. Sentí un nudo en la garganta. La culpa. La tristeza. La impotencia.
Y, en medio de todo eso… la claridad.

Ese día entendí que no era ella la que fallaba. Era el sistema. Era yo, tratando de forzar una idea de “buena madre” sin considerar el corazón de mis propios hijos.

Fue el peor día como madre.
Y también, el más transformador.

Porque ese día nació ESSERE.

Nació desde el dolor, pero también desde la decisión firme de construir algo diferente.
Una educación sin manos levantadas frente a una pantalla.
Sin respuestas vacías solo para cumplir.
Sin aprendizaje sin sentido.

Hoy, ESSERE es un modelo que se atreve a romper las reglas. A cuestionar lo establecido. A proponer una nueva forma de acompañar a niños, niñas, jóvenes… y también a madres, padres y docentes.

Sí, estamos un poco locas —como decimos entre socias, amigas y hermanas de vida: Nadinne y Delis—, pero también estamos profundamente despiertas.

Creemos que el “no” ya está ganado. Así que vamos por el “sí”.

Porque educar no es controlar.
Es acompañar.
Porque educar no es corregir.
Es mirar con amor.
Y porque la mejor versión de nosotros mismos muchas veces nace del dolor…
pero florece cuando decidimos hacerlo diferente.


Dra. H.C. Acoyani Selene Martínez Camargo
Madre, fundadora de ESSERE Educación
y aprendiz eterna

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